Me abrazo a la tormenta,
a su cuerpo desnudo,
a su llanto incontrolado,
me abrazo,
hasta alcanzar su luz de sombra,
su delirio,
su presagio,
alzo la voz para ahuyentar su miedo,
para cantarle a su enojo,
para hacerme su hermano.
La tormenta me acaricia,
el pecho
el alma
el sueño.
Este cielo me hiere con fatal violencia,
esta tierra me abandona,
y yo me dejo condenar por ella.
Eres tú,
tormenta,
mi màs hermosa aliada,
mi màs bendita compañera.
Ven,
mezclate a mí…
ámame,
descarga sobre mi tu furia,
hazte en mi
piel y sangre,
música,
recuerdo y olvido,
recuerdo y olvido,
yo,
te tomaré de la mano,
para llevarme contigo...
y acompañado de tu soledad
no ser ni otro,
ni el mismo.
Daniel Castro A.
Venecia, Italia.
12/08/2012