En este
instante
de lejos,
eres ya
patria y exilio
y la voz
que me canta
es la voz
del olvido.
Fui esclavo
de un sueño
y ceniza,
y papel,
y nombre
propagado en el viento.
Mi corazón
nunca quiso
el destierro.
Permanezco,
atado a la
memoria,
como un hijo
de nadie,
como un mar,
o un silencio.
...buscando
en la sombra
permanezco
despierto,
para nacer,
para huir,
para amar,
para callar
en secreto.
No existe
condena que no dure una vida,
ni ningún
hombre,
que no sea
ya un recuerdo.
Daniel Castro A.
Venecia, Italia.