Desaparezco.
Lentamente.
En cada
palabra no dicha,
en cada
nefasto silencio .
Guardo los
nombres y los signos,
entre mis
manos de hielo,
para no
morir mientras muero.
Hay un niño
que duerme dentro.
Su sueño,
mi cordón umbilical,
me mantiene
despierto.
Soy madre
de nada.
Padre de un
universo pasajero.
Lágrima de
plomo,
perdida en
el aire y no merecida.
Y así me
entrego,
solo,
misterioso,
con mil
estrellas de niebla.
Para no
morir mientras muero.
Desaparezco.
Lentamente.
El niño
duerme
y yo,
yo no lo
despierto,
porque su
sueño,
es el cordón
umbilical,
por el cual
permanezco.
Daniel Castro A.
Venecia, Italia.