A mis
viejos habitantes,
heredo tus
cenizas.
Mis
silencios valientes,
mis
palabras perdidas.
Sombras de
sombra,
y una
gaviota herida.
A los
recuerdos,
dejo mis
parques,
mis luces
de media noche,
canciones,
poesías,
y las
manos-mariposa
con que
alguna vez volaste.
A mi fe,
le dejo un
sueño,
sereno,
fragante,
diluido,
y las ganas
de creer,
que tus ojos,
al menos
por un momento,
también
creyeron.
A mis
héroes,
un réquiem, para vencer
la muerte,
y una
mirada indiferente que la contemple.
A mi sueño,
dejo tus
sueños,
de calor,
de música,
de alegría,
y de gotas
azules invadiendo tus islas.
A la vida?
dejo mi
vida.
Mi soledad,
mi amor,
mi miedo,
y lo que
algún día
quedará de
estas manos,
en la
incesante caricia del viento.
Daniel
Castro A.
Venecia,
Italia.
14-5-13