Canta bajo
mis manos,
que recogen
delicado su silencio.
Son las
notas de una huella,
que no se
va
ni regresa.
Entre la
noche,
yo me
escondo en ella,
infinita
luz que deja su ausencia.
Es un canto
azul todo recuerdo,
como una
memoria humedecida,
besada por
el viento.
Es frágil,
su olor de
niebla,
su pasar
por mi,
como un
olvido destinado a lo eterno.
Tuve un
sueño.
Una visión.
Una
fantasía.
Y ahora
ella y su dolor,
(lejana
cercanía)
mantienen
mis manos,
atadas a su
música.
Daniel
Castro A.
Venezia, Italia.
3-7-13