Nunca fue
mejor su ausencia,
su feliz
dejarme,
su última
lágrima,
su sequía.
Nunca quise
tanto su color de transparencias,
ni sus
manos ajenas acariciando el olvido.
Hubieron siempre
sombras abrazando
los rincones,
y cada paso
era una culpa muda y sin dueño.
Nunca fue
mejor su silencio,
su voz al
viento,
extrañarla
atraves del misterio.
Aveces
camino solo,
solo y con
ella
que es
sombra y destino,
vuelo,
lejano,
como en un augurio
o un sueño.
La extraño,
pero nunca
fue mejor su amor,
que no
esperando su regreso.
Daniel
Castro A
Venecia, Italia.
17-12-12
17-12-12